Quoth the Raven


El 19 de enero del año que viene [2009] estaremos festejando el bicentenario del nacimiento de Edgar Allan Poe en Boston. Y el 7 de octubre de 2049 muchos de ustedes, no seguramente yo, recordarán el infausto día en que, 200 años atrás, Poe murió en un hospital de Baltimore. Adelantémonos a decir que Poe fue el “fundador de la poesía moderna”, y no solo el precursor del cuento corto y el gran maestro del cuento de terror.

Poe, y no Baudelaire, quien a su vez lo descubrió en Francia y escribió por él uno de sus textos más emocionados y sinceros.

Poe y no Baudelaire, ¿Por qué?

Poe escribió apenas un puñado de poemas. El más popular, “El cuervo”. Ese poema nada nos dice a simple vista sobre el carácter de la poesía moderna, parece más bien anacrónico, pues ambiente, música y personajes hacen pensar en una situación poco imaginable en la costa Este de los Estados Unidos en la primera mitad del siglo XIX. Todos sus poemas y casi todos sus cuentos, por otra parte, tienen esa cualidad. ¿En qué condado y época de los Estados Unidos podría situarse la Casa Usher, por ejemplo?

Volvamos a “El cuervo”. Poe era de una lucidez extraordinaria y de un pragmatismo que el sentido común no puede relacionar con un romántico.

“El cuervo” tuvo a su mejor exégeta en el propio Poe.

Siempre me llamó la atención la especial atención que los estadounidenses pusieron en la palabra imaginación. El amplio sentido que le han dado y la fuerza connotativa de que la dotaron. Provenía esta atención de sus padres ingleses. Tal atención es tan notoria como la despreocupación de los modernos anglosajones por la cuestión de la metáfora. Se diría que la poesía estadounidense en particular se encoge de hombros ante el asunto, como si dijera: “¿Y qué otra cosa es cualquier producto de la imaginación?”

A esto había llegado Poe. Exactamente, a este punto.

En 1845, a los 36 años de edad, Poe compuso y publicó “El cuervo”. En abril del año siguiente en el Graham’s Magazine de Filadelfia publicó su “Método de composición” en el que finge que el poema fue “fríamente calculado” como diría el Chapulín Colorado: “ningún punto de la composición puede atribuirse a la intuición ni al azar y (…) aquélla avanzó hacia su terminación, paso a paso, con la misma exactitud y la lógica rigurosa propias de un problema matemático”.

Digo “finge” pues en verdad si todo el poema se ajusta en apariencia al dispositivo técnico que Poe dice haber montado conscientemente, lo cierto es que el “Método…” fue escrito a posteriori y por lo tanto no es prueba de que Poe haya hecho un plan y luego lo desarrollara matemáticamente. Más bien cabe pensar que algo o mucho de intuición hubo en el armado y que el “Método…” es en cambio el más brillante análisis que jamás se haya hecho de ese episodio genial de la literatura de todos los tiempos que es el poema “El cuervo”.

Pero vamos al punto. Es en el final de ese artículo cuando Poe establece el camino de la poesía llamada moderna:

“Lo que transmuta en prosa -y en prosa de la más baja estofa- la pretendida poesía de los que se denominan trascendentalistas es justamente el exceso en la expresión del sentido que sólo debe quedar insinuado, la manía de convertir la corriente subterránea de una obra en la otra corriente, visible en la superficie.

“Convencido de ello, añadí dos estancias que concluyen el poema ["El cuervo"], porque su calidad sugestiva había de penetrar en toda la narración antecedente. La corriente subterránea del pensamiento se muestra, por primera vez, en estos versos:

“‘¡Arranca tu pico de mi corazón y precipita tu espectro lejos de mi puerta!’ “El cuervo dijo: ‘¡Nunca más!’”

“Quiero subrayar que la expresión de mi corazón encierra la primera expresión metafórica del poema. Estas palabras, con la correspondiente respuesta, jamás, disponen el espíritu a buscar un sentido moral en toda la narración que se ha desarrollado. Entonces el lector comienza a considerar el cuervo como un ser emblemático. Pero sólo en el último verso de la última estancia puede ver con nitidez la intención de hacer del cuervo el símbolo del recuerdo fúnebre y eterno.” (Edgar Allan Poe, Poesía completa. Trad. de los textos en prosa: Francisco Revilla. Libros Río Nuevo, Barcelona, 1974).

Un consejo: aléjense de quienes dicen con los ojos en blanco: “¡Tenés que ver cómo suena en inglés!”. Es casi seguro que no han entendido nada de esto.

La estrofa en cuestión:
"Be that our sign of parting, bird or fiend” – I shrieked, upstarting.
“Get thee back into the tempest and the Night’s Plutonian shore!
Leave no black plume as a token of that lie thy hath spoken!
Leave my loneliness unbroken! – quit the bust above my door!
Take thy beak from out my heart, and take thy from off my door!
Quoth the Raven: “Nevermore”.


Jorge Aulicino, abril 2008, blog El Estante Maldito

Ilustración: Ah, distinctly I remember, it was in the bleak December,/ And each separate dying ember wrought its ghost upon the floor, 1882, Gustav Doré

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